Seguro, alguien que averigüe donde vives, en qué lado de la cama duermes, cómo te despiertas, si tus ojos se ven rojos en el desayuno por falta de sueño o si en tu casa te la pasas riendo irónicamente. Así podría ir a matarte en plena risa si es que Ella no te mata antes… te da risa, que nosotras habitemos un tropiezo, uno a quien puedes dejar morir o que ya mataste sin permiso.
Que por qué eso odioso-simbólico-gordo, simbólico-antiguo, por qué no significados nuevos, fértiles.
Que por qué prescindes, una sabiduría contundente que pueda servirme para vomitar de gusto, ya que todo ese conocido veneno no me funciona.
Será que he muerto porque nada que esté vivo resistiría tanto. Quizás otro infierno: he de estar muerta o me he vuelto inmune a la vida.
Tal vez tanto surco, tanta tierra fétida sin semillas, tanto susto, un veneno más que acompaña a ese ya vivido, ¿nace de adentro o lo recibo de afuera?, qué importa de donde viene, ¿dónde empezó el cultivo de lo muerto?
Es que se ha cultivado tantas veces, esa cosa extraña-tiránica que me lleva por las flores y me hace creer que creo para luego tirarme a las piedras, me fustiga, pega, mientras sigo pensando que es bello lo que creo, esa cosa no podría ser parte de mi, no podría serlo sino fuera parte, si no estuviera allí fija, indeleble. ¿Soy eso?
Casi me enloquece hoy, a ver si mañana por fin descanso.
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