14 de febrero en la noche, la llamada de Manuel todavía no llega. Un gesto guerrero de la mano de Ana y un regalito con moño va a dar bruscamente a la basura.
Ella sale de su casa y camina descontrolada; con suficientes municiones en su boca y maquinando lo que promete ser una batalla sanguinolenta, se acerca con resolución a la trinchera del enemigo.
Toca el timbre, apenas Manuel abre la puerta de su casa, ella le atropella con su cuerpo e irrumpe hasta la mitad de la sala.
Como estrategia, Ana ataca primero:
“Manuel, se nota que no te importo, ni siquiera HOY fuiste capaz de hablarme”, le grita.
Él sólo dice: “¿Por qué, qué día es hoy?”.
Cuando el enemigo no está a tu altura las guerras son tan repugnantes.
Ella sale de su casa y camina descontrolada; con suficientes municiones en su boca y maquinando lo que promete ser una batalla sanguinolenta, se acerca con resolución a la trinchera del enemigo.
Toca el timbre, apenas Manuel abre la puerta de su casa, ella le atropella con su cuerpo e irrumpe hasta la mitad de la sala.
Como estrategia, Ana ataca primero:
“Manuel, se nota que no te importo, ni siquiera HOY fuiste capaz de hablarme”, le grita.
Él sólo dice: “¿Por qué, qué día es hoy?”.
Cuando el enemigo no está a tu altura las guerras son tan repugnantes.
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