Por N y R
Somos sagradamente nosotros mismos. Posas tus manos sobre mis hombros, acercas mi cuerpo al tuyo en un abrazo sin tiempos ni espacios absolutos, lo que puede verse, tocarse, olerse desaparece. Surge lo no dicho de lo que se dice, lo oculto debajo de la tela celeste, la parte inasible del misterio. Para nosotros no hay diferencia entre el sueño y la vigilia, no existen ayeres ni mañanas: tú y yo siempre vida, siempre Uno.
© Imagen, archivo personal de la autora.
© Nadir Chacín, 2009.
Todos los derechos reservados.
© Nadir Chacín, 2009.
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excelente, me gusto,
ResponderBorrarsaludos
Gracias David
ResponderBorrar;)