Mea culpa







¿Alguien que luche por los derechos de las pastas de dientes? Ahora estaba viendo la mía, tirada allí como cualquier despojo sobre el lavamanos. Ni siquiera le he permitido el placer de ese típico vaso de babas donde se revuelcan con lujuria las pastas y los cepillos de dientes. Creo que hasta es virgen, mi pobrecica.

Y yo, sin escrúpulo ninguno, haciendo caso omiso de sus desgracias, vengo y le aprieto la panza para sacarle hasta el alma. Como no le salía casi nada, agarro el cepillo de dientes, que en un mundo diferente hubiera sido el amante de la pasta, y la espachurro con él dejándola como estampilla. Todo eso para satisfacer mi deseo de dientes limpios antes de dormir. Y luego me quejo de que mi vida es injusta. Qué poca vergüenza.

~ nadirchacin.com

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